Yo no escogí yoga, yoga me escogió a mí.

Quién soy


Una apasionada del movimiento, la creatividad y el bienestar. Maestra de yoga desde hace 6 años, practicante hace 12 y eterna estudiante de cualquier técnica que sirvan como herramienta para el autoconocimiento, salud mental y física.

Imparto clases de yoga en diferentes estilos (Vinyasa, Hatha, Rocket), Pilates MAT, meditación y sonoterapia como terapia holística. Cambié mi alimentación hace 11 años a vegetariana, y me encanta compartir todo lo que me ha funcionado, para que otros puedan sentirse en su mejor versión.


Lo primero que dije saliendo de mi primer certificación de yoga fué: "¡Esto lo tienen que saber todos!" Aquí estoy compartiendo lo que más me gusta con mi persona favorita. ¡TU!

Mi historia


Como la mayoría tenía un trabajo de oficina 9-6. Mi carrera de marketing me gustaba mucho, pero me encontraba bajo mucho estrés y cansancio.

Intentaba cumplir con todas las responsabilidades del día. Hacía ejercicio en el gimnasio con fines estéticos, esa fue mi motivación por mucho tiempo.

Me gusta el patinaje, ballet y baile pero nunca pude ser profesional. Me dijeron que tenía pie plano, piernas cortas, nada de fuerza o flexibilidad, que requerían estas disciplinas.

Por mucho tiempo me sentí inadecuada e insuficiente. Corría en todo motivada por la competitividad. Peor al llegar la noche me dolía la espalda y las caderas, pero me acostumbré, pensando que era “normal”. Tomaba un analgésico y seguía adelante.

Al principio sufrí. Mi cuerpo pedía a gritos ¡Yoga!

Al principio efectivamente, no solo no era flexible, ni fuerte. En esta clase, había una mujer mayor paraba de cabeza, y dije: ¡What?!, yo tenía solo 24 años y no podía ni hacer bien la postura del niño (la más sencilla). Mi mente competitiva me dijo: “si asisto a diario, seguramente podré hacer lo que la maestra (bailarina profesional), puede hacer”, la postura: Utthita Hasta Padangusthasana (google jaja). Pues con la práctica constante, llegaron muchos aprendizajes personales. Me enamoré de esta práctica, salía más feliz y tranquila. cada vez disfrutaba más “savasana” y todo lo que sucedía en medio. Decidí meterme a mi primer certificación de yoga con el objetivo de que me obligara a practicar diario y que me explicaran todos esos conceptos de los que hablaban mis maestros de yoga y que yo no entendía nada: bandhas, asanas, rajas y más.

¿Me sigues leyendo?, o ¿Te estoy leyendo?

Bueno, para no hacerte el cuento largo, ese teacher's training, me confrontó de la manera más amorosa posible, cambió la forma de verme a mi misma, percibir mi entorno y de relacionarme con otros.

Un día después de hacer mi sesión de gym, entré a una clase de yoga. Y dije: “Me voy a meter para estirar, ¡Qué tan difícil puede ser?”, sin saber que esa clase cambiaría el curso de mi vida.


Tanto conocimiento que sentía que no se compartía suficiente en las clases de yoga disponibles. Y terminando mis primeras 200 horas de entrenamiento, no me sentía capacitada para dar clases, por lo que seguí estudiando 4 trainings más. Pero lista o no, comencé a dar clases a amigos, compañeros y familia. como medio de práctica y con el objetivo de compartir toda la magia en forma de conocimiento que estaba recibiendo y ya nunca paré. Yoga nunca me soltó, al contrario, me ha sostenido estos 6 años.

Cuando la pandemia llegó, comencé a dar más clases que nunca sin saber, que en esa época, perdería a mi padre, mi perro, mi esposo, mi negocio, mi trabajo, mi casa y hasta mi carro. Gracias a la práctica de yoga es que no me volví loca, el compartir yoga, y repetir tantas veces, palabras de amor a mis alumnos, era como repetirlas a mi todo el tiempo, hasta que se volvió un sistema de creencias, que por mucho tiempo me cuestionaba si realmente servía toda esta filosofía del nirvana y la paz interior, cuando todo es caos afuera. Y la respuesta es sí. Aprendí que la verdadera espiritualidad no yace en el gozo absoluto, donde no pasa nada contigo, y todo es “perfecto”.

Por que así claro que es fácil ser “iluminado”, sino encontrarte a ti mismo en medio de ese caos y de ese dolor. En esa oscuridad, ¿Puedes ver esa luz?. Pues practiquemos juntos yoga y averiguemoslo.

PS: Si, la postura de Utthita Hasta Padangusthasana, si la logramos hacer. Años después , por si tenías el pendiente

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